Después de dejar mi iglesia a la edad de 22 años, decidí inscribirme en una clase de religiones del mundo en la universidad comunitaria local. Quería aprender más sobre las diferentes religiones en un formato académico porque estaba decidida a no volver a unirme a una iglesia.
El proceso de dejar mi comunidad de fe fue extremadamente doloroso. A lo largo de mis años de formación, había influido tanto en mi identidad como en mi forma de entender el mundo y, de repente, en ese momento, me encontré adquiriendo una nueva forma de vivir.
Llegué temprano a la clase y me senté en los asientos del frente. La profesora se presentó y nos dio un poco de información sobre el curso, luego nos dijo que "la espiritualidad era un recorrido de vida, un proceso". Todavía recuerdo lo enojada que me sentí cuando escuché eso "¡¿Qué?! No lo creo". El doloroso proceso de perder mi fe anterior me había dado la sensación de haber llegado a alguna parte y lo último que quería escuchar es que todavía tenía mucho qué recorrer. Aceptar lo que ella decía para mí significaba que mi dolor había sido en vano. También nos invitó a rezar o meditar durante la clase. Estaba decepcionada. Quería aprender y entender más sobre las religiones del mundo, no quería orar ni quería nada que se pareciera a una práctica religiosa. Me quedé hasta el final de la clase pero ya no regresé.
Tengo que admitir que efectivamente mi espiritualidad ha sido un viaje, un trayecto. Uno que no pude anticipar ni planificar, pero que ha sido satisfactorio, hermoso y difícil a veces. Ha sido un viaje de vida y un viaje sagrado.
Ruta sagrada es un espacio de acompañamiento. No estamos en el mismo camino porque cada camino es único pero, a veces, podemos encontrarnos compartiendo la misma parte de la ruta y podemos acompañarnos.
Estoy convencida que este acompañamiento mutuo de nuestra ruta nos enseñará algo sobre la vida, sobre lo Divino, sobre lo que significa ser humano y sobre cómo nos volvemos más humanos. El propósito renovado de esta página es el de proporcionar un espacio de crecimiento, aprendizaje y enriquecimiento en nuestro camino.
Viajera, peregrino, errante, buscador, ¡bienvenides! ¡Me da tanto gusto que nuestros caminos se hayan cruzado!
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