¿Cómo está tu dolor hoy?
¿Cómo está tu dolor hoy?
¿Cómo está tu dolor hoy?
Esta pregunta viene de un ejercicio que hice en mi unidad de educación de cuidado pastoral en el 2015. Durante cinco minutos, una personas nos hacia la misma pregunta una y otra vez. Usualmente la respuesta inicial era algo como «Estoy bien» o «No siento duelo hoy» pero lo repetitivo de la pregunta pronto nos invitaba a conectarnos con el duelo que llevamos con nosotros. Esto fue en tiempos "normales".
Ha pasado un año desde que empezó el encierro o cuarentena de la pandemia en este lado del mundo y el día de hoy me pregunto «¿Cómo está mi dolor.» Tal vez tú también pasaste los primeros meses de esta pandemia tratando de sobrevivir, asustado, ansioso y con tus lazos sociales cortados. También es probable que tú también hayas entrado en un nuevo ritmo que te permitió seguir con tus días, hacer tu trabajo y volverte creativo para mantenerte conectado con los que amas.
¿También te pasó esto a ti? Que alguien a quien amabas murió y no los pudiste ver antes de que murieran y que te quedaste con el recuerdo de la última vez que hablaron, la última foto que viste o la última vez que estuvieron juntos.
Sigue siendo marzo, ha sido un marzo muy largo, una espera muy larga y sabemos que el mundo, una vez que dejemos nuestras casa y nos reunamos con los demás, no será igual. Hace un año o la última vez que recuerdo a marzo, no sabíamos cuánto tendríamos que esperar y creímos que dos semanas, un mes, serían suficientes. Seguimos en marzo, vemos algo de esperanza en la vacunación que ocurre en todos lados ahora: esperanza de abrazos futuros, esperanza de ver a los que amamos, esperanza de comunidad, esperanza de libertad para salir de nuestros hogares sin miedo.
Pero es importante que hagamos una pausa, intencional y voluntaria, para preguntarnos a nosotros mismos y a los demás "¿Cómo está tu dolor hoy?". Puede ser que fluyan ríos de lágrimas, pero en el proceso nos recordaremos a nosotros mismos y a los demás lo humano que somos, lo difícil que ha sido todo esto. Al compartir nuestro duelo nos recordaremos que no estamos solos en esta experiencia. Y después de las lágrimas y el recuento de todos los daños que deja esta tormenta pandémica, empezaremos de nuevo a construir, a crear, a volver a unirnos al ritmo del calendario en su paso por el tiempo.
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