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A través de aguas lodosas

Foto del escritor: Tania Y MTania Y M

He estado pensando mucho en la liminalidad estas últimas semanas. Estos tiempos que estamos viviendo en Estados Unidos y, tal vez, en todo el mundo, son tiempos liminales. Es decir, espacios de transición y transformación donde el mundo ya no es lo que solía ser, pero todavía no es lo que será.


Todos los períodos de liminalidad vienen acompañados de una serie de emociones como incertidumbre, tristeza, confusión, incluso dolor. Lo hacen porque los marcos de referencia de lo que es la vida ya no son tan sólidos como solíamos experimentarlos y, en el proceso, nos enfrentamos a la necesidad de forjar nuevos caminos y nuevas formas de ser. Estamos deviniendo colectivamente. Este devenir, sin embargo, no tiene que ser pasivo. De hecho, no debería ser pasivo.


La pasividad en tiempos de cambio es renunciar a la capacidad de acción que aún tenemos para influir en nuestro devenir y en el devenir de nuestro mundo. La pasividad es una transferencia de poder y control a las fuerzas externas que efectuarán el cambio. La pasividad, también, puede ser un signo de privilegio si tu vida no se ve afectada por las decisiones de quienes están en el poder. Para aquellos cuyo sustento y bienestar se ven directamente afectados, la acción no es opcional sino necesaria para defenderse a sí mismos y a sus seres queridos.


Pero, ¿qué tiene de liminal esta época? El auge del autoritarismo no es nuevo en este 2025, las formas sin precedentes en que la Casa Blanca se ha aliado con ideologías fascistas y dictatoriales sí lo son. Pero sabemos que se venía gestando desde hace décadas. De repente, el país se enfrenta a su propia sombra. El "bueno", al menos como estrategia para implementar el control en el resto del mundo, ahora se está convirtiendo en el enemigo, incluso para aquellos que solían verlo como un aliado. Este país ahora puede ver, enfrentar y luchar contra sus propios demonios y sombras.


Las muchas historias de dictaduras en América Latina me vienen a la mente. Sabemos cómo la crueldad puede incorporarse a un gobierno y cuánto sufrimiento traen. El lenguaje, mis amigos, es siempre el punto de partida. Usamos el lenguaje para construir nuestro mundo y nuestra realidad. Somos manipulados con palabras y, en esta era tecnológica, con imágenes alteradas de la realidad. Presten atención al lenguaje que utiliza la actual administración para referirse a otros seres humanos y no caigan en la trampa y el juego de creer que la forma en que los demás los describen es la verdad. Está bien detener a los demás cuando utilizan un lenguaje divisivo, destructivo y dañino. Está bien expresar nuestro desacuerdo.


No soy comentarista político ni historiadora, pero siento la obligación moral de expresar mi preocupación por el desarrollo de las cosas en nuestro país, de alzar la voz contra la crueldad dirigida hacia los inmigrantes indocumentados, las personas trans, los pobres y otras comunidades marginadas. Porque quieren que creamos que las personas son desechables o que algunas vidas valen más que otras y nosotros, individuos comprometidos con un camino espiritual, sabemos que eso no es verdad.


Una metáfora


Un pantano o humedal es un espacio liminal; no solo tierra y no solo agua. No podemos movernos por este espacio de la misma manera que lo haríamos en la tierra o en el agua. El lodo nos hará ir más lento, necesitaremos nuevas herramientas, equipo, ropa. No podremos ver lo que realmente hay debajo del agua o alrededor de la zona. Aquí es donde estamos ahora, en aguas turbias y lodosas. No podemos fingir o hacernos creer que es temporal y que las cosas volverán a la idea de normalidad que podamos tener.


Hay partes de un pantano por las que podemos movernos, incluso si está fangoso, pero hay partes en las que, si nos quedamos atascados, movernos nos atascará aún más. Nuestra reacción inicial y nuestro instinto de supervivencia es movernos para intentar salir de allí, pero esto puede ser contraproducente y meternos en problemas más graves. Para entender cómo podemos movernos, debemos comprender el espacio en el que estamos y saber que requiere que nos movamos de manera diferente.


Lo mismo es cierto para los tiempos en los que vivimos. Requieren que nos movamos de manera diferente, que actuemos de manera diferente. Los tiempos liminales siempre nos llevan a la transformación. Debemos preguntarnos: ¿cómo debo responder a lo que veo que está sucediendo ahora mismo? ¿Qué me llama a hacer mi brújula moral? ¿Qué nuevas herramientas puedo utilizar? ¿Cómo puedo contrarrestar la narrativa de división y odio?


Me gusta pensar que en tiempos liminales, debemos volvernos liminales y, en ese proceso, convertirnos en un puente entre la realidad que dejamos atrás y la que se está construyendo. Esta capacidad de sacar a la luz la sabiduría del pasado puede ayudarnos a construir el tipo de futuro que queremos. Sin embargo, necesitamos saberlo. Necesitamos saber el tipo de visión por la que luchamos y que construimos todos los días.


Si intentas moverte una vez que estás atrapado en el pantano, esto solo te atascará aún más. Pero si usas cualquier herramienta que puedas tener: una bolsa, una mochila, para apoyarte como si estuvieras flotando, tus piernas eventualmente se levantarán y se desatascarán permitiéndote seguir moviéndote. ¿Qué formas creativas puedes poner en práctica durante estos tiempos?


Si bien no creo que tengas que consumir todas las noticias del día. También creo que

es muy importante no voltear la mirada de lo que es importante y mantenerse informado de una manera tal vez más controlada y de acorde a nuestra capacidad de recibirlas. Puedes elegir cómo hacerlo y en qué medida. Por ejemplo, yo leo un par de resúmenes de noticias. Me gustan especialmente las publicaciones de Heather Cox Richardson. También consulto algunos sitios de noticias cuando siento que tengo un poco más de capacidad para hacerme cargo de lo que está sucediendo. Intento optar por noticias internacionales o sitios de noticias como The Guardian. Puedes elegir el tuyo. La clave aquí es elegir, el bombardeo de noticias que nos estresan nos pueden hacer sentir impotentes, el espacio que creemos a nuestro alrededor nos puede volver a sentirnos conectados con nuestra capacidad de acción.


La comunidad también es una herramienta poderosa. Y, tal vez, la herramienta más poderosa que tenemos: nuestro poder colectivo cuando nos unimos. Si no tienes una, encuentra una. Tu vida se enriquecerá con ella y tendrás una red de personas que te apoyarán. También te dará espacio para dirigir tus esfuerzos hacia algún lado. Hay personas que sufren en nuestras comunidades. Las decisiones que está tomando el gobierno están afectando a las personas directamente. En la comunidad, las encontrarás, escucharás las historias y pondrás cara al problema. Entonces, te darás cuenta de lo cerca que están estos problemas y cómo afectan a las personas reales.


Nuestras prácticas espirituales pueden brindarnos una base sólida, incluso si el piso que hay debajo se siente inestable y tambaleante. Saber que hay una causa mayor por la que luchamos y pensar en cómo nuestros esfuerzos pueden sentar las bases para las generaciones futuras nos permite ver claramente que no se trata de nosotros y que es mucho más grande que nuestras vidas temporales.


Y no perdamos de vista la belleza que todavía florece a nuestro alrededor. La hermosa flor de loto crece en agua fangosa. Tómate un momento para mirar a tu alrededor, para prestar atención, para ver más allá de tu entorno inmediato, ¿qué cosas hermosas están floreciendo a tu alrededor a pesar de los hechos?

 
 
 

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